5 de mayo de 2021

Nieve en tu playa


quería ponerla en mi IG pero llevo tanto tiempo sin publicar nada ahí que siento que tengo que subir otras cosas antes. para darle linealidad.

es tonto?, quizás.

llevo aún más tiempo sin escribir aquí.

Lo cierto es que luego de tanto tiempo haciendo cosas porque puedo.

Hoy hago cosas porque quiero.

OKA HEY
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-Todos tienen días grises.
-Si se, suelo perderme.
-¿Y vas a hacer algo al respecto... como pa creerte?
-Eh... si, desaparecer de una vez por todas entre la nieve silente.
-Eh... Ya esta bien pero no llegues tarde a comer... vuelve siempre.

La cara me duele; el viento corta como navajas voladoras que entran por las ventanas. Aprieto los labios pero no los siento, miro dentro y no hay nadie más, miro fuera y el paisaje nublado se desbarranca cuesta abajo.

Me gustan los días helados, y hoy al cielo no le importa dejarse caer despacio y gélido. Me gusta viajar así, aunque duela.

Aunque pese lo innecesario.

Tengo un capuchón que no llevo puesto, prefiero mis orejas así: gritando.

Me gusta viajar así porque la gente va donde hay sol, y cuando el sol se va no hay quien me encuentre en su camino.

Me gustan estos días porque imagino que me alejé de una cabaña donde me esperan con ansias. Sentir el anhelo de volver al fuego, al abrazo, al cariño, al regazo.

Me tomo el cuello con las manos.

Queman.

¿Te acordai que yo antes no era fea?

Arrastro mis pies entre la arena blanca persiguiendo mi aliento.

Me imagino la soledad, esa soledad lejana en medio de parajes desconocidos, inventados por mi. Me imagino la soledad de un punto en el mantel, una mancha en la vereda, un aro en la arena.

Me gustaba tirarme en el pasto pa acordarme de ti y de mí tirados en otros pastos... en otras plazas... en otras tardes.

A ratos me rindo, me río de mi mismo intentando comandar 10 estalactitas en pos de un único y casi imposible objetivo: poner ese maldito capuchón sobre cabeza.

Me gustan los días helados porque no me decido, si me gustan o los odio. Me gustan las tardes a solas y los tramos largos porque lo único que de verdad quiero mientras camino es ver una tarde convertida en mañana y un yo transformado en nosotros.

Al final es lo mismo: las dagas en mi cara, el desierto blanco vestido de ciudad, el dolor, la torpeza.

Tu ausencia.

Había un olor a leña quemada en mi pelo y el nacimiento de una palabra dulce en tus labios... Y cuando el tecito de olla se helaba en mi vaso, tu mano morena me calentaba el corazón, el ser, y la conchesumadre.

¿A donde esta esa otra estrella mayor de la que tanto me hablaron una vez?, ¿A donde fueron los cabellos de fuego y nieve que me estremecieron una vez?, ¿y esos ojitos divinos?

café de arena mojada, sobre el café de canela con olor a refugio... encerrando un negro profundo, espejo oscuro de sublime inmensidad.

Ese café sobre café que parece reírse del chocolate con caramelo, vil imitación de cuanto significan esos gigantes.

Ahí esta mi tren.

Las ventanas aquí son más consideradas, No se abren, me protegen de los filos como si quisieran premiarme por ir camino a tus playas.

Donde no nieva.

Donde estas tú.
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SlapFunk